domingo, junio 10, 2007

Montando estantes... y la fiebre del IKEA

Hacía ya tiempo que quería renovar mi estantería... Una estantería pequeña, de apenas tres estantes, en la que tengo todos mis dvds, algunos libros de la universidad, diccionarios, la cadena de música, muchos cds y dvds que ya no sé ni lo que contienen... y un montón de cosas más que han ido aterrizando allí, aún no sé cómo... o bueno.... sí sé cómo, aunque no viene al caso.

Esta librería, heredada de mi hermano, hacía ya tiempo que se aquejaba de una enfermedad mortal. Baldas dobladas, clavos sueltos y fondo abarquillado pedían a gritos una jubilación por ancianidad que yo no era capaz de proporcionar, por falta de muchas cosas... de tiempo, de vehículo propio...

O al menos, eso quería pensar. La verdad es tan simple como que no me había lanzado realmente a comprarla. Supongo que esperando a que ella viniera, de alguna forma misteriosa a mi, sin necesidad de que yo moviera un solo dedo por ello.

La librería en cuestión que iba a sustituir a la antigua estaba elegida de hace meses, es lo bueno que tiene el catálogo del Ikea... que sin necesidad de desplazarte a ninguna parte te permite soñar con una casa distinta con muebles nuevos y múltiples posibilidades...

Por fin, ayer llegó el momento. La visita al Ikea fue rápida (que por algo ya tenía apuntadas las referencias de mi adquisición) y ya por la mañana tenía los dos muebles en el salón de mi casa, esperando a ser montados: una estantería de cuatro baldas en color roble y un estante adicional en blanco, haciendo juego con el resto del mobiliario.

Sin esperar ayuda adicional, me lancé a montarlos... no podía esperar más. Le pedí a mi madre dos destornilladores (uno de estrella y el otro plano... o como quiera que se llamen) y un martillo para clavar los clavitos y me lancé a la aventura.

Desde mi época de manualidades en el colegio y del instituto no había disfrutado tanto. Las cajas en las que venían embalados los muebles recordaban vagamente las bolsas de plástico de pretecnología, en las que venían todos los enseres necesarios para realizar el portalápices de corcho para el día del padre o los posavasos en forma de manos. Todo lo necesario estaba allí, esperando únicamente a que unas manos se pusieran con ello y pusieran cada clavo, cada tornillo y cada embellecedor en su sitio.


No tardé ni una hora en montar los dos muebles sobre la alfombra del salón y llevarlos a mi habitación. No hubo lágrimas en la sustitución de la antigua estantería. Parecía aliviada por haber sido relegada del cargo, y feliz por ver que su sustituta daba la talla.

Aún no he llenado la nueva estantería, pero sólo es cuestión de tiempo. Además, he descubierto que puedo poner un par de baldas más, así que ya he apuntado las referencias, en espera de la próxima visita al Ikea... que espero que se haga menos de rogar que ésta.

Lo próximo será la mesilla... aunque esa no creo que vaya a ser del Ikea... pero ahora que le he cogido el tranquillo... todo se verá ;).